¡El CAPA ha vuelto a la ciudad!
Durante los pasados 14 y 15 de noviembre, de nuevo Zaragoza se convirtió en la capital de la arqueología aragonesa (en unos meses lo será también de la arqueología estatal). Una vez más asistimos a una nueva edición del Congreso de Arqueología Profesional de Aragón, ya vamos por la tercera y repetimos capítulo con un éxito rotundo.
El encuentro se realiza por iniciativa de la Sección de Arqueología del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón y cuenta con la imprescindible colaboración del Departamento de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, la Cátedra Galiay del Institución Fernando el Católico, la Fundación “La Caixa” y el apoyo de la Universidad de Zaragoza a través de los Grupos de Investigación PPVE y ARGOS.
Capeando el temporal.
Una vez más pudimos disfrutar con los proyectos de los colegas y comprobar su buen hacer y profesionalidad, pero también su resistencia capaz de superar las embestidas de una economía de mercado salvaje que descubre todas nuestras fragilidades y nos acecha en sus múltiples formas: salarios inasumibles, precios bajo mínimos, ausencia de cohesión colectiva o cualquier otro tipo de las numerosas contrariedades que desde el albor de los tiempos impiden nuestra evolución profesional.
En la actualidad el colectivo de la arqueología profesional aragonesa está compuesto por verdaderos sobrevivientes, siempre dispuestos a sacrificar cualquier atisbo de estabilidad económica o social por sacar adelante el sueño de su vida. Auténticos emprendedores de los de verdad, expertos en hacer malabares con los ingresos y acostumbrados a cobrar un mes sí y dos (o tres, o cuatro) no. Pero siempre dispuestos a compartir sus investigaciones, en este caso con el público que colmató las butacas del salón de actos del CaixaForum. Inevitable preguntarse porqué sigue siendo tan caro el precio que tenemos que pagar por tratar de desarrollar nuestro trabajo.
Gracias a la generosidad de nuestros colegiados por prestarnos altruistamente una parte de su escaso tiempo, a su empeño y buen hacer, tuvimos la oportunidad de conocer de cerca el desarrollo de sus proyectos. Todos ellos representan a este maltratado gremio, capaz de convertir lo imposible en su profesión, de estirar los números hasta el “Limes Germánicus” si es necesario, para que cuadren las cuentas imposibles y poder sacar adelante el proyecto de turno. Compañeros, camaradas, colegas de diversas edades y condición (por cierto, se percibe la preocupante ausencia de relevo generacional en los últimos años), acostumbrados a vivir en la trinchera, atentos a los dientes feroces de cualquier bulldozer despiadado, tirando de pico o paletín o echando horas en cualquier biblioteca o archivo, siempre con la mayor dedicación, verdaderos protagonistas del Congreso.
Arqueología, sociedad y futuro en torno al CAPA.
Con la memoria del queridísimo arqueólogo J.A. Minguez, recientemente fallecido pero presente en el recuerdo durante toda la sesión, este tercer encuentro ha supuesto la definitiva consolidación de un evento de incuestionable utilidad pública y científica. El CAPA supone poder contar con un foro donde exponer los trabajos realizados, compartir experiencias con otros colegas, desarrollar nuestra maltrecha cohesión gremial, y finalmente dejar huella por medio de unas actas que permitan la consulta por parte del resto de la comunidad arqueológica, aspecto fundamental e imprescindible en nuestra disciplina. Esa es la función más importante del congreso, y justifica sobradamente su continuidad futura.
Pero además permite abrir una puerta a la sociedad, compartir nuestro trabajo con la ciudadanía ajena a la profesión y ofrecer una perspectiva mucho más verosímil que la que posiblemente se habían formado por otros medios mucho menos fiables que, látigo en mano, se empeñan en mostrar una idealizada y acientífica práctica muy alejada de nuestra cotidianeidad. Gracias a las breves pero intensas e instructivas comunicaciones de los ponentes, los más de 250 asistentes que pasaron por el congreso tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano la compleja realidad que conlleva la profesión de arqueólogo. Se trata de un factor de inmensa relevancia, especialmente si tenemos en cuenta que buena parte de nuestro futuro puede depender de nuestra capacidad de ser asumidos y comprendidos por nuestro entorno social. Así, hoy en día son ya muy numerosas y efectivas las iniciativas que vuelcan su empeño en el entorno social desde la divulgación o la didáctica, contando con el apoyo de las nuevas tecnologías emergentes o buscando el apoyo multidisciplinar de colegas de otros gremios. La inclusión del Patrimonio Cultural como factor de calidad en la sociedad de ocio y consumo en la que, para bien o para mal, nos toca vivir, es sin duda una garantía de futuro.
Resumiendo, podemos afirmar que sin lugar a dudas la iniciativa ha valido mucho la pena. El esfuerzo y la determinación de los doctores J.I. Lorenzo y J.M. Rodanés, a los mandos de la tripulación, con el indispensable apoyo logístico de Ana Durán y de todos aquellos que aportan su granito de arena. Comité Organizador, Científico y los anteriormente citados organismos colaboradores, público y asistentes, pueden sentirse orgullosos de sacar adelante este proyecto que pone de relevancia la importancia de los colegios profesionales de cara al desarrollo y apoyo incondicional del gremio. Quedamos a la espera de la próxima edición, convencidos de que aun tenemos mucho que decir y con la máxima disposición y compromiso en demostrar que como colectivo podemos llegar muy lejos.
“Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al recibirnos.” C. Bukosky
Hugo Chautón ( hchauton@gmail.com ). Vicepresidente Sección de Arqueología. Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias.