Entre los pasados 28 y 29 de mayo tuvo lugar el II Congreso Nacional de Arqueología Profesional (CNAP), una cita aplazada por la pandemia, que además ha obligado a modificar el habitual formato presencial por la modalidad online, cada uno desde su casa conectado telemáticamente con el resto del orbe arqueológico. La reunión tiene origen el seno del Consejo General de Colegios Oficiales de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias y se ha estructurado en diferentes líneas temáticas tratando de abarcar todos aquellos aspectos que ocupan y preocupan a los profesionales de la arqueología, con especial atención a todos aquellos asuntos que en la actualidad lastran nuestro desarrollo como colectivo.
Coordinados por Josefina Lacambra e Ignacio Lorenzo, las ponencias magistrales de Asumpció Toledo i Mur (INRAP), Ana Yáñez Vega, Gonzalo Ruiz Zapatero o el propio E.C. Harris articularon las sesiones del encuentro. Agnès Creus y Ana Durán se encargaron de dar cobertura y sentido a la logística del encuentro.
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En el epicentro del encuentro han estado presentes los problemas estructurales que la profesión arqueológica en nuestro país viene arrastrando desde sus inicios como tal, hace ya unas cuantas décadas. El planteamiento original que asimilaba la figura del arqueólogo a un agente liberador de suelo, nos condenaba a un desarrollo fallido y problemático, dependiente y marginal en el sentido de impedir nuestra propia evolución profesional si no es asociada a otros sectores, habitualmente la construcción. De muchos de estos asuntos hemos hablado y debatido, compartido opiniones y propuestas. Es necesario continuar los debates dentro de un espacio colectivo común integrando iniciativas. De nuevo nos encontramos ante nuevos retos, Todo está cambiando vertiginosamente en los últimos meses y también nosotros debemos adaptarnos a los nuevos modelos, pero difícilmente podremos avanzar sin contar con un colectivo unido y estructurado.
UE 1933. DE NANAWA AL FRENTE DEL EBRO
Es necesario resaltar la representación tan notable de comunicaciones sobre la arqueología del conflicto y el estudio de los campos de batalla, que refleja el desarrollo e interés que en los años más recientes ha experimentado este campo en nuestro país. Entre 1936 y 1939 España se convierte en el epicentro mundial de la lucha por la libertad contra los fascismos emergentes, en una batalla desigual que finalmente acabaría en la más amarga derrota. Ochenta años después los arqueólogos se han concienciado para recuperar esos episodios ocultos, enterrados y tergiversados por los vencedores. Cada exhumación de fosas de represaliados recupera un fragmento de nuestra historia reciente intencionadamente oculta. Además, en esta ocasión y de manera virtual, hemos podido constatar también los trabajos en este campo de nuestros colegas del otro lado del charco y conocer los proyectos sobre arqueología de los campos de batalla de Argentina, Paraguay o Uruguay. Conflictos aparentemente lejanos, como la cruenta Guerra del Chaco (1932 – 1935) entre Paraguay y Bolivia, en realidad mucho más cercanos si recordamos que a bordo del buque Ploubazla desembarcaron el 30 de septiembre de 1937, buena parte de los excedentes de armamento de aquella contienda con destino al ejército republicano español. Y también podemos encontrar a veteranos paraguayos de la Guerra del Chaco entre los brigadistas que llegaron a España, junto a argentinos, uruguayos y voluntarios de más de cincuenta países, para combatir el fascismo, tarea que continuaron posteriormente en Europa tras la derrota en España, junto a otros camaradas españoles.
UE 0880. ARQUEOLOGÍA EN LA NUBE.
Trabajar en un plano virtual nos ha permitido eliminar fronteras y conocer mejor lejanos proyectos y a sus responsables, además de ampliar nuestra perspectiva con enfoques de trabajo diferentes y formas de concebir la realidad arqueológica muy diversas. Por el lado contrario no dejaremos de añorar las cualidades de las tradicionales reuniones presenciales: el feedback en tiempo real, conocer a nuevos colegas o reencontrarse con antiguos compañeros, el intercambio de información, propuestas de proyectos o también aquellas discusiones legendarias entre viejos enemigos. El ambiente inconfundible de aquellas reuniones no se puede sustituir por la realidad virtual, pero debemos ser consecuentes con la actualidad y aprovechar las múltiples ventajas que este sistema permite desarrollar, incluso aquellas que aún no conocemos.
Así que allí estuvimos, en algún lugar indeterminado del ciberplaneta, en una nube o, mejor dicho: en la nube. Viajamos en segundos por Barcelona, Santander, Mérida, Alcañiz, Valencia o Perpignan. Desde Zaragoza hasta Asunción, de Madrid a Cambridge haciendo escala en Buenos Aires y pasando por Lima y Montevideo para volver a la hora de comer a Gasteiz (cenaremos en la Bermudas). Es la nueva realidad virtual y está repleta de oportunidades que desde la arqueología debemos prospectar en el futuro próximo.
UE 2021. IDENTIDAD Y FUTURO
La arqueología representa la identidad y el pasado materializado de las civilizaciones Los apellidos de un pueblo se conservan también bajo tierra y debemos aprovechar esta circunstancia, esta chamánica capacidad de viajar al pasado para acercar nuestro conocimiento a la ciudadanía. El superpoder de convertir en historia unas cuantas piedras o un terruño y su subsuelo, es nuestro monopolio, pero también nuestra responsabilidad de futuro como colectivo ante la sociedad. La orientación de la arqueología hacia la ciudadanía es una de las más relevantes opciones de desarrollo con las que vamos a contar en los próximos años.
Concluiremos esta breve reseña destacando la extraordinaria respuesta que ha recibido la convocatoria, superando las sesenta comunicaciones y ratificando la trascendencia de los Colegios como agrupaciones fundamentales para canalizar las motivaciones de este gremio tan sufrido y acostumbrado a sobrevivir en la trinchera y resistir los feroces ataques de un mercado brutal e insensible hacia su patrimonio cultural y el imprescindible factor de identidad cultural y social que lleva asociado.
Y ya con la mente puesta en la próxima edición del CNAP, es necesario por encima de todo agradecer el esfuerzo de todos los participantes, verdaderos protagonistas del encuentro, por dedicar su preciado y escaso tiempo libre a compartir sus conocimientos con el resto de colegas.
¡AGUYJE!