La Loza Dorada y el Reflejo Metálico del medievo a hoy. Teoría y práctica en el XVI Curso de Arqueología Experimental del Bajo Aragón Caspe.

Javier Fanlo

Carlos Mazo, Marta Alcolea, Jaume Coll, Alejandro Barberà, Montserrat Mazas, Natalia Mayoral

El curso de Arqueología Experimental del Bajo Aragón-Caspe organizado por el Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe (CECBAC) y desarrollado entre el 17 y el 20 de septiembre de 2021 en la localidad aragonesa de Caspe (Zaragoza) ha dedicado su XVI edición a la loza dorada y el reflejo metálico.

La elaboración de cerámicas de reflejo metálico en el mundo árabe data del siglo IX. En la Península Ibérica esta técnica de alfarería de origen musulmán tuvo grandes focos de producción en la zona del levante, como Manises y Paterna (Valencia), así como en el sector central del valle del Ebro, donde encontramos la cerámica aragonesa de los alfares mudéjares de Muel (Zaragoza).

Los conocimientos de la técnica utilizada para elaborar la loza dorada se mantienen a lo largo de los siglos con una evidente similitud entre los procedimientos descritos por el tratado del iraní Abu’l Qasim y los talleres valencianos desde la instalación de los alfareros mudéjares a partir de 1325. Su fórmula se rastrea en Muel en el siglo XVI en las crónicas de Enrique Cook, en Barcelona con los Reyners y posteriormente en las recetas utilizadas en la Real Fábrica de loza de Alcora fundada en 1727 (Puggioni y Coll Conesa, 2018; Coll Conesa, 2020).

En el trabajo que aquí presentamos a partir de la preparación y desarrollo del XVI Curso de Arqueología Experimental del Bajo Aragón-Caspe se ha reproducido el laborioso proceso de fabricación de esta cerámica de lujo atendiendo a tres diferentes propósitos: (i) de investigación, (ii) didácticos y (iii) de puesta en valor y difusión del patrimonio y del conocimiento histórico, y con ello al propio carácter multiforme de la Arqueología Experimental (Mazo et al., 2018).

Este proceso nos ha llevado a la construcción de un horno portátil con unas características muy concretas a partir del horno diseñado y construido por Alejandro Barberà y basado en el de la fábricade La Ceramo (1890-1992) (Coll Conesa, 2020), destinado a la última de las tres cocciones implicadas en el proceso, a la experimentación con diferentes barros, esmaltes y pigmentos de procedencia valenciana y aragonesa, a la reproducción del proceso de cocción con un estricto control de la temperatura de combustión y las condiciones atmosféricas y el uso del combustible especificado por la literatura y el estudio de sus residuos en busca de huellas paralelizables en el registro arqueológico.

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