José Francisco Casabona Sebastián
Javier Ibáñez González, Rubén Saéz Abad
La presente aproximación a los orígenes de la artillería de pólvora en Teruel es resultado de un estudio multidisciplinar, basado en fuentes arqueológicas y documentales, en el que se han conjugado las ópticas histórica, tecnológica y poliorcética.
El punto de partida es la reconstrucción del recinto amurallado de la ciudad de Teruel, tras su arrasamiento durante la Guerra de los Dos Pedros. Las obras fueron largas y costosas, prolongándose hasta bien entrado el siglo XV. Dentro de este proceso de renovación de las fortificaciones, se edificaron estructuras específicamente diseñadas para la utilización de artillería de pólvora. Estas se concentraron en el entorno del Portal de Zaragoza, el sector más vulnerable del recinto amurallado y en el que mejor se podían aprovechar las prestaciones defensivas de esta nueva tecnología.
La adquisición de la primera pieza artillera se documenta en 1411, pagando por ella la importante suma de nueve florines de oro. A esta bombarda grande, en 1423 se le sumaron otras diez bombardas pequeñas, lo que supuso reunir una considerable capacidad artillera, situando a Teruel al nivel de las principales plazas de la Corona de Aragón. Paralelamente, en esas fechas se construyó la Torre de la Bombardera, el primer torreón específicamente diseñado para albergar piezas de artillería de pólvora.
Otro importante hito en la defensa artillera de la ciudad, lo marcó la construcción del Torreón de Ambeles (o Torre Nueva) entre 1475 y 1480, la estructura más singular y novedosa de todo el recinto amurallado. Se trata de la primera obra conocida de Remiro López, uno de los principales ingenieros militares del momento. El Torreón de Ambeles, integrado en el Alcázar Real y con planta con forma de estrella, puede considerarse como el precedente de otras importantes estructuras defensivas diseñadas por este prestigioso ingeniero, así como de otras destacadas obras de arquitectura civil construidas las décadas siguientes.