Francisco Javier Ruiz Ruiz
José Ignacio Piedrafita Soler, Tomás Hurtado Mullor, Roger Sala Bartrolí y Pedro Rodríguez Simón
Las Peñas de Santo Domingo, situadas geográficamente en el extremo sur del término municipal de Longás (Zaragoza), constituyen con sus 1.524 metros de altura el pico más alto de la sierra prepirenaica de Santo Domingo y una magnífica atalaya desde la que se divisa una amplia región. Las Peñas están formadas por dos picos entre los cuales hay una amplia vaguada, en cuya zona central y más deprimida se halla la actual ermita de Santa Domingo, que da nombre a este espacio. Longás se encuentra en el fondo de la Valdeonsella, en la cabecera del río Onsella, dentro de las Altas Cinco Villas.
Las cinco campañas arqueológicas llevadas a cabo desde el año 2013 en busca de los restos de las hermanas Rosario y Lourdes Malón Pueyo, de Uncastillo, asesinadas por un grupo de falangistas el 20 de agosto de 1936, han demostrado que las Peñas de Santo Domingo constituyen un entorno frecuentado por el ser humano desde tiempos remotos. Los restos de Rosario fueron hallados, identificados e inhumados en el año 2018, pero los trabajos arqueológicos desarrollados han aportado interesantes datos de otros periodos históricos.
En primer lugar, se constata la existencia de una ocupación de época hispanovisigoda (siglos VI-VIII), quizás no permanente, sino muy posiblemente estacional relacionada con el aprovechamiento de los ricos recursos pastoriles y forestales de la zona. A esta fase corresponde una tumba, el Enterramiento 1, con datación radiocarbónica y un nivel de vertedero que ha aportado un interesante conjunto de materiales arqueológicos.
Durante la Plena Edad Media se estableció en la cima de las Peñas de Santo Domingo, enclavada en el territorio del primitivo Condado de Aragón, una pequeña comunidad monástica de carácter estable, San Esteban de Orastre, cuyo origen se remonta al menos a mediados del siglo XI. Una reciente prospección geofísica con sistema de georradar (GPR), realizada por la empresa SOT Prospecció Arqueològica, ha permitido documentar y definir parte de la planta del antiguo cenobio de al menos 600 m2.
A este momento de ocupación, datado entre los siglos XI-XIII, corresponde el Enterramiento 2 y un estrato donde predomina abrumadoramente la cerámica de cocción reductora (74.33 %), entre las que prevalecen las típicas ollas y jarras globulares de pastas grises, sin que haya ningún fragmento con acabado vidriado. Así como otros elementos materiales localizados durante la prospección con detector de metales como un conjunto de dineros de vellón datados en los siglos XI-XIII, dos puntas de flecha, un pendiente de cobre con decoración de filigrana, una hebilla de cinturón de forma ovalada o un fragmento de campana metálica.
Tras el avance de las fronteras del reino de Aragón hacia el sur, el monasterio se trasladó a la cercana villa de Luesia. Sin embargo, este hecho no significó la desaparición del asentamiento existente en la cima de las Peñas de Santo Domingo, pues entre los siglos XVI al XIX existe abundante documentación que cita la pardina de San Esteban como perteneciente al monasterio de San Juan de la Peña.