Francisco Javier Ruiz Ruiz
José Luis Cebolla Berlanga
Este yacimiento de época andalusí, que se halla situado entre las localidades de Ateca y Terrer, ocupa la cima de un pequeño cerro, fácilmente identificable por el prominente farallón arcilloso, conocido como La Mora Encantada, que se eleva unos 8 metros sobre la superficie del cerro. A nivel científico, el yacimiento fue dado a conocer a finales de la década de 1980 por los historiadores José Luis Corral y Francisco J. Martínez, quienes propusieron situar al Alcocer cidiano en La Mora Encantada. El Cantar del Mío Cid relata la conquista del castillo de Alcocer por parte del Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, a finales del siglo XI, concretamente durante su primer destierro del reino de Castilla iniciado en el año 1081.
En el año 2004 realizamos una primera excavación que permitió documentar las primeras estructuras arqueológicas del yacimiento y entre los años 2016-2017 dirigimos dos nuevas campañas arqueológicas con la financiación de la Diputación Provincial de Zaragoza, contando con el apoyo material del ayuntamiento de Ateca. Posteriormente se realizaron otras dos intervenciones por parte de la empresa Grupo Arathea S.L.L.
En estos momentos se puede confirmar la existencia de un pequeño asentamiento de carácter agrícola del tipo alquería fortificada andalusí, que se sitúa al oeste del cerro y al resguardo del farallón rocoso, sobre el cual se emplazaría una torre o atalaya para la vigilancia y control del territorio. Su ubicación, sobre un cerro dominando la vega del río Jalón, es la idónea para la existencia de un pequeño recinto fortificado fácilmente defendible por tres de sus vertientes debido a lo accidentado del terreno, mientras que la torre protegería el acceso desde el este. Este enclave fue abandonado probablemente a finales del siglo XI debido a su destrucción violenta por un incendio, no siendo nunca más ocupado.
Para tratar de discernir el momento final del yacimiento hay que estudiar el registro material aportado por los niveles de abandono y derrumbe. En el caso de la cerámica nos hallamos ante el conocido repertorio formal andalusí compuesto por cerámicas de cocina, de mesa, de almacenaje… con distintos acabados: bizcochado, pintado, inciso, a peine, cordones digitales, vidriado y loza dorada. Quizás las piezas más representativas sean los ataifores y las jarras con vidriado melado y decoración bajo vedrío en color verde y sobre todo la conocida por las fuentes árabes como loza dorada qalatayubí sobre vidriado estannífero. Tanto las formas, como los acabados y las decoraciones, presentan claros paralelos con la cerámica hallada en numerosos yacimientos de la Marca Superior en época de la Taifa de Zaragoza (siglo XI–1120).
Otros utensilios reflejan las actividades diarias y artesanales realizadas por los habitantes del poblado, como una decena de fragmentos de ruedas de molinos manuales de piedra, utensilios de industria ósea o pesas de telar de yeso. También se documentan algunos vidrios y objetos metálicos como puntas de flecha, clavos, un cuchillo, una espátula y una cucharilla de uso cosmético, un espejo o un pequeño cencerro de bronce.