Pablo Martín-Ramos
José Antonio Cuchí Oterino, José Ignacio Lorenzo Lizalde, Jesús Martín Gil, José Luis Villarroel Salcedo, José María Rodanés Vicente
El uso de pigmentos rojos de origen mineral en enterramientos es una constante en la historia de la humanidad desde el Paleolítico Medio (yacimiento de Blombos). Generalmente, el pigmento empleado ha sido el ocre (óxido de hierro). No obstante, en la Península Ibérica, desde principios del cuarto milenio AC, se ha documentado en tumbas colectivas del Neolítico tardío y la Edad del Cobre el uso de otro pigmento mucho más intenso y difícil de obtener: el bermellón o cinabrio en polvo. Ha sido referido en cantidades significativas en la tumba megalítica de La Velilla (Palencia) y, en menor escala, en el dolmen de Chan de Armada (Marín), pero los testimonios más elocuentes corresponden a yacimientos andaluces, extremeños y del sur del Portugal, como el dolmen de Alberite, el tholos de Montelirio y diferentes tumbas colectivas del Alentejo y el Algarve (Santa Rita, Monte Canelas, Perdigoes, Sobreira de Cima). El cementerio de la época campaniforme de Humanejos (Parla) y el yacimiento de El Argar demuestran que el uso del bermellón se reservaba exclusivamente para las élites, como un símbolo de distinción social. En la presente comunicación se aborda el estudio arqueométrico del bermellón hallado en una cueva sepulcral situada en el Pirineo oscense, en la llamada Cueva de la Sierra (Campodarbe). Si bien su presencia había sido referida por dos de los firmantes (J.M.R.-V. y J.I.L.-L.) en 2016, como parte del estudio de revisión de los enterramientos en cuevas y abrigos en el Alto Aragón durante el Neolítico y la Edad del Bronce, y donde se hace referencia a los trabajos realizados en el año 1992 por A. Castán y uno de los firmantes (J.I.L.-L.), no se ha realizado hasta la fecha un estudio pormenorizado del pigmento hallado en los huesos (datados por radiocarbono en el 4400 AP) de esta cueva sepulcral. En este trabajo se presentan resultados del análisis por espectroscopia de fluorescencia de rayos X (XRF), difracción de rayos X en polvo (XRPD) y microscopía electrónica de barrido (SEM) con espectroscopía de rayos X por energía dispersiva (EDX) que acreditan la composición del mineral empleado, así como resultados de análisis isotópicos (34S y 32S), esenciales para identificar el posible origen de este pigmento suntuario.