La cerámica pintada tardorromana en el centro de Hispania. Un estado de la cuestión

Luis Carlos Juan Tovar, Pilar Oñate Baztán y Juan Sanguino Vázquez

En el estudio de las cerámicas hispanas de época tardorromana, aquellas producciones pintadas que para el Alto Imperio han sido denominadas como cerámicas pintadas de tradición indígena, apenas han experimentado progreso alguno, desde el ya clásico estudio de Abascal de 1986, a pesar de contar con una presencia significativa en muchos yacimientos importantes del centro peninsular. Desde aquella obra, nuevas formas y decoraciones han ido conociéndose en memorias, avances de excavaciones o pequeños trabajos, sin que hayan sido objeto de un estudio sistemático que permitiera encuadrarlas en un corpus general y avanzar en su conocimiento.

En esta comunicación nos proponemos ofrecer una puesta al día de lo que hoy sabemos sobre estas importantes cerámicas, qué novedades más inmediatas podemos destacar especialmente en la zona central peninsular, pero recogiendo algunos de los ejemplos más recientes y relevantes de su entorno y cuáles podrían ser las líneas maestras de futuras investigaciones.

Uno de los grandes hándicaps que arrastra esta producción es la falta de centros de fabricación conocidos para este periodo. Pero no es el único, la extraordinaria fragmentación con la que suele llegar a nuestras manos, agravada en gran medida por su escasa presencia en las necrópolis, impiden un estudio morfológico adecuado y análisis en profundidad de sus decoraciones que faciliten diferenciar estilos y talleres, añadida a la casi total ausencia de análisis arqueométricos.

Las excavaciones que con profusión y en extensión se han llevado a cabo en las últimas décadas en yacimientos tardorromanos en el territorio de la Comunidad de Madrid, han permitido el hallazgo de importantes conjuntos cerámicos, en su mayor parte inéditos, en los que la presencia de cerámica pintada de los siglos III al V d. C. es muy destacada. Asentamientos como las villae de Valdetorres del Jarama o Tinto Juan de la Cruz, urbes como Complutum o grandes centros fabriles como Camino de Santa Juana ofrecen un rico y variado muestrario que puede permitir avanzar notablemente en el conocimiento de estas cerámicas, como ya lo están haciendo en otras producciones.

Desde un punto de vista cronológico, el siglo III sigue siendo el gran desconocido de todas las producciones cerámicas romanas en Hispania, pero sin duda, el punto de inflexión en el gran cambio que habrá de producirse en todas ellas tendrá lugar durante el siglo IV, y las cerámicas pintadas no son una excepción. Si el siglo III podría calificarse como un periodo de parálisis, de cierto adormecimiento de las producciones, el siglo IV será el de las grandes transformaciones, nuevas formas, nuevos estilos, nuevas técnicas vendrán de la mano de las grandes mutaciones, políticas, sociales y económicas que tendrán lugar a lo largo de la cuarta centuria y que perduraran hasta bien avanzado el siglo V.

Qué perdura y qué desaparece, cómo evolucionan las antiguas formas y cuando y donde surgen las nuevas y las decoraciones que las acompañan, cuál es su impacto en unos mercados transformados y dinámicos, como se proyectan en ellos, que relevancia llegan a tener en la vajilla doméstica de la época y fuera de ella en su posterior reutilización, son algunas de las preguntas que se nos plantean y que habrá que abordar en el futuro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *