C. Aguarod Otal, A. Alonso-Olazabal, J.J. Cepeda Ocampo, M. Esteban Delgado, C. Heras Martínez y A. Martínez Salcedo
La investigación sobre las cerámicas comunes de época romana ha obtenido resultados notables en los últimos años. En estos logros ha jugado un papel fundamental la formación de equipos pluridisciplinares, con el trabajo combinado de la metodología arqueológica y de los análisis arqueométricos. Las conclusiones de los estudios crono-tipológicos, en conjunción con las obtenidas a través de los ensayos de laboratorio – exámenes petrográficos, de difracción de rayos X, análisis químicos y de cromatografía de gases, entre otros- han permitido un mejor reconocimiento de estas producciones. Estos progresos conciernen de manera especial a la identificación geográfica de las áreas de procedencia de muchas de estas cerámicas, así como a la comprensión de los procedimientos técnicos que intervinieron en su fabricación, al igual que a la interpretación de la función de estos recipientes y a la determinación de sus potenciales contenidos. Este proceder, en consecuencia, aporta datos valiosos para el conocimiento histórico, facilitando el planteamiento de hipótesis en torno a la producción, las redes de distribución, los hábitos alimenticios y las costumbres vigentes en los distintos ámbitos de la vida de cotidiana, durante el periodo romano.
Los primeros trabajos de investigación en torno a las jarras hervidores en las que se centra esta comunicación fueron llevados a cabo por M.H. y J. Santrot a finales de la década de los años 70 del siglo pasado, habiendo sido analizadas posteriormente por diversos autores. Se trata de producciones que tuvieron una importante demanda, sobre todo en el área aquitana, pero también en los núcleos de litoral cantábrico oriental, entre el periodo augusteo y mediados del siglo II. Son cerámicas de una pasta fina y dura, de color blanquecino amarillento que en la parte más baja de sus paredes internas pueden conservar las concreciones calcáreas propias de un uso repetido como recipientes para hervir agua. Los datos arqueológicos y los análisis arqueométricos apuntan a que estas jarras fueron fabricadas en los complejos alfareros de Soubran y Petit Niort, en el entorno de Saintes, a poco más de cien kilómetros al norte de Burdeos/Burdigala.
En los últimos años, a los datos de distribución por el litoral cantábrico oriental, en clara relación con el tráfico marítimo a través de rutas de cabotaje, se han sumado nuevos hallazgos en el valle medio del Ebro y en la Meseta central. Estos testimonios amplían el área de consumo de estas producciones hacia regiones más alejadas de los centros de producción, además de hacer evidente la necesaria concurrencia de rutas terrestres y fluviales para su comercialización en los territorios del interior peninsular.
Esta comunicación pretende, por un lado, aportar los resultados del estudio arqueológico y arqueométrico, llevado a cabo a partir de un muestreo realizado con materiales procedentes de diversos contextos arqueológicos del Cantábrico oriental, el valle medio del Ebro y la Meseta central. Por otra parte, y teniendo en cuenta los resultados analíticos, tanto los provenientes de estudios anteriores ya publicados, como los efectuados de manera expresa para la elaboración de este trabajo, se tratará de ensayar un estado de la cuestión sobre el conocimiento de estas cerámicas. De este modo se aspira a alcanzar una mejor comprensión de aquellas cuestiones relacionas con su producción y función, así como con las redes y rutas de distribución comercial que operaron entre Aquitania, el Cantábrico oriental, el valle medio del Ebro y la Meseta central durante la etapa altoimperial.