Domingo Fernández Maroto, Tomás Torres González y Julián Vélez Rivas
La cultura protohistórica ibérica desarrolla una de sus manifestaciones decorativas más relevantes a través de las producciones de la cerámica estampillada. Este tipo de decoración presenta unas características muy peculiares, documentándose prácticamente en todo el territorio ibérico, si bien de forma bastante irregular -a veces quizás por falta de estudios concretos- y siempre en proporciones bastante reducidas. Sin embargo, destaca el yacimiento del Cerro de las Cabezas (Valdepeñas, Ciudad Real), donde este tipo de decoración impresa viene dando ejemplos de una interesante producción muy abundante, como demuestran las diversas campañas de excavación que se han acometido hasta el momento.
Estas excepcionales producciones estampilladas se distribuyen también por una amplia zona en torno a este gran oppidum, que ya a finales de los años 70 del pasado siglo, Almagro Gorbea denominó como “Área de Valdepeñas”, documentándose a través de prospecciones, en otros yacimientos del entorno que presentan una clara dependencia del Cerro de las Cabezas.
La propuesta de comunicación que presentamos a este congreso se desarrolla dentro de los presupuestos teórico-metodológicos de la arqueología espacial y contextual, basándonos en el estudio de la problemática de la cerámica del mundo ibérico en esta zona de la Oretania septentrional, y la influencia foránea que recibe, tomando como punto de referencia este oppidum del Cerro de las Cabezas, lugar donde hemos podido constatar una notable producción local de cerámicas decoradas impresas.
La labor de análisis, estudio y clasificación de estas cerámicas nos ha permitido establecer unos parámetros con los cuales poder llevar a cabo:
a) El estudio del lenguaje iconográfico de las diversas decoraciones estampilladas: la gran abundancia de cerámica estampillada localizada hasta el momento (más de 6.000 fragmentos) nos ha posibilitado documentar centenares de motivos diferentes con un cuantioso y rico contenido iconográfico que permite revalorizar este tipo de decoraciones, por lo general, ensombrecidas por la mayor tradición que ofrecen los estudios sobre la pintura vascular.
b) El análisis de distribución de estas cerámicas, proponiendo un marco de relaciones culturales y comerciales con otras zonas, lo que nos está facilitando valorar las influencias externas de las culturas peninsulares y del Mediterráneo que recibe esta zona, así como apreciar hasta dónde irradian, a su vez, las posibles influencias de estos centros productores y exportadores de cerámicas estampilladas.
Estas cerámicas presentan una calidad técnica excepcional, que muestran una decoración mixta original, a base de pintura, habitualmente bícroma, y motivos de formas geométricas, donde abundan círculos, semicírculos o cuartos de círculos concéntricos, zigzag, etc. Combinando con la decoración pictórica se agregan decoraciones impresas de series de estampillas realizadas con matrices sobre las que previamente el artesano alfarero había elaborado motivos con temáticas diversas.
La iconografía estampillada carece de episodios míticos recurrentes, basándose en una serie de imágenes repetidas una y otra vez en el contorno del recipiente cerámico de forma intencionada, transmitiendo un mensaje concreto y único. Es en estos motivos estampillados donde se pueden apreciar antropomorfos, zoomorfos, vegetales, reticulados…, que permiten valorar las posibles influencias, tanto del interior peninsular como mediterráneas.
En nuestras conclusiones expondremos cómo los repertorios decorativos estampillados y formales dejan entrever la unión de las tradiciones peninsulares e influencias llegadas del Mediterráneo, penetrando a través de vías de comunicación terrestres y fluviales, donde el Guadiana y su afluente, el Jabalón, que discurre a los pies de este oppidum, tienen vital trascendencia. La unión de ambos factores -tradición e influencias foráneas- dan lugar a una diversificación de la producción, mostrándose como nueva seña de identidad de algunas comunidades indígenas, lo que permite en la actualidad delimitar zonas geográficas de influencia. Estas decoraciones estampilladas son, en cierto modo, depositarias de un lenguaje simbólico que podemos considerar clave para el estudio del periodo Ibérico Pleno en estas zonas de la Meseta, considerando que dicho lenguaje es portador de contenidos conceptuales y códigos iconográficos que debían transmitir mensajes de contenido diverso (social, religioso, etc.).