Joan Tuset Estany, Gisela Ripoll, Francesc Tuset Bertran e Inma Mesas
Se presentan en este trabajo materiales cerámicos de los siglos II y III d.C. del establecimiento de Sant Hilari d’Abrera (Abrera, Baix Llobregat). El conjunto arqueológico se encuentra en el extremo de un espolón sobre la orilla derecha del río Llobregat, el Rubricatus, en una posición privilegiada sobre el curso fluvial, a escasos 200 metros del cauce actual. El yacimiento se caracteriza por la presencia de potentes estructuras romanas de carácter termal, reocupadas en parte por un pequeño edificio eclesiástico, que se remonta por el momento al siglo X, y una aglomeración agropecuaria de época medieval.
Los trabajos arqueológicos recientes, impulsados por la Universitat de Barcelona, el Ayuntamiento de Abrera y la Diputación de Barcelona, iniciados en 2016, han revelado la presencia de un conjunto termal de grandes dimensiones, del que se conocen tres espacios de baño (caldarium, tepidarium y frigidarium) y dos grandes depósitos de agua. Estos elementos arquitectónicos se enmarcan en un entorno geológico, geomorfológico y paisajístico, donde el agua juega un papel primordial. Por un lado, la ubicación del conjunto respecto al importante eje del Rubricatus y la existencia de un vado en este punto. Por otro, la constatación de surgencias de aguas, a las que se les atribuye propiedades curativas. El río Llobregat, se caracteriza por ser muy caudaloso y ha provocado importantes inundaciones a lo largo de la historia. La ubicación de Sant Hilari d’Abrera es crucial, porque el río, durante la antigüedad fue navegable en muchos sectores, siendo una importante vía de penetración hacia el interior de la Catalunya central y uno de los ríos más industrializados de la era contemporánea de toda la Península. El vado de Sant Hilari d’Abrera se ha de poner en relación con la Vía Augusta, a escasos 5 km hacia el sur, que cruzaba el río por el llamado ‘Pont del Diable’ en Ad Fines (Martorell), permitiendo el paso de mercancías entre el territorium de Barcino y el de Tarraco, y donde se hace patente la envergadura del cauce del Rubricatus en época romana y medieval.
La investigación en curso cuestiona la previa identificación como villa, y orienta la interpretación, todavía como hipótesis de trabajo, hacia un establecimiento en estrecha relación con el paso del río y con la surgencia de aguas salutíferas, dotado de estructuras termales. Todo el conjunto experimentará un proceso de transformación y cristianización durante la Antigüedad tardía y los inicios de la época medieval, que dará como resultado la construcción de una pequeña iglesia y una aglomeración agropecuaria instalada directamente sobre las estancias del edificio romano.
En el presente trabajo damos a conocer materiales cerámicos de la fase romana de Sant Hilari d’Abrera. La alta densidad de reocupación del sitio ha permitido recuperar sólo pequeñas cantidades de material, lo suficiente para ilustrar un flujo de productos importados de forma sostenida desde época ibérica hasta la Antigüedad tardía.
Los siglos II y III d.C. son, por el momento, el punto de máxima actividad del lugar, con un importante volumen de importaciones, principalmente norteafricanas. Cuantitativamente destacan las producciones de vajilla de mesa y cerámica de cocina típicas del norte de la provincia de Africa Proconsular, con los repertorios de cazuelas y tapaderas de cerámica de cocina del norte de Túnez (clases A y CA) y boles y platos de TSA A1 y A2, A/D y C1-2. Completan el repertorio de vajilla de mesa algunas formas de TS Hispánica y Sudgálica.
Hay que mencionar la baja presencia de ánforas en los contextos estudiados, representadas sobre todo por informes de producciones Layetanas altoimperiales y alguna importación norteafricana.
Presentamos también un pequeño conjunto de clavi coctiles, separadores de cerámica para las concamerationes del conjunto termal, probablemente de producción local y con un repertorio formal variado.
El análisis de los datos confirma una circulación de productos por la cuenca del Llobregat, puerta de entrada a esta región interior des del Mediterráneo y los puertos de redistribución de la costa catalana, y sitúa Abrera como un enclave destacado en el curso del río.