Carlos Palacín Copado
El vino producido en el área del conventus Tarraconensis a finales de la república y principios del imperio es conocido por sus variedades mediocres, pero de alta productividad, así como otras de alta calidad. A través de los estudios de sus contenedores, las ánforas tarraconenses, la evidencia arqueológica en diferentes países ha demostrado a lo largo de las últimas décadas una extensa difusión y relativo impacto en los mercados de la Europa occidental romana de estos vinos.
Las dos áreas del imperio donde más circularon y se consumieron estos vinos fueron Hispania y la Galia. En Hispania, más allá de algunos intercambios entre zonas productivas y el propio consumo local, se ha identificado la comercialización de sus ánforas vinarias por la costa del levante peninsular y las Baleares, destacando también de algunos ejes fluviales como el Guadalquivir y sobre todo el Ebro. Este último se convirtió en el principal eje de entrada de estos vinos no solo a los mercados del mismo valle del Ebro sino, a través de sus propias redes comerciales, llegando a redistribuir estos productos hacia regiones muy alejadas de los centros productivos y de difícil acceso como la Meseta o el noroeste peninsular.
Es bien conocido el consumo del vino tarraconense en la Galia a través de ánforas como la Tarraconense 1, Pascual 1, Oberaden 74 o la Dressel 2-4 tarraconense. Se trata de un ámbito de estudio que se ha tratado extensamente tanto en la bibliografía española como francesa. La atención siempre se ha centrado en la zona meridional, concretamente en la provincia de la Narbonense y los valles fluviales del Aude y el Garona, siendo estas las áreas de mayor concentración anfórica tarraconense de todo el imperio tan solo detrás de las propias zonas de producción. Sin embargo, pocos autores han resaltado la importancia del área gala del Atlántico en el consumo de estos vinos. Un hecho que contrasta con una profunda distribución e influencia de las ánforas tarraconenses en esta zona.
La comercialización de las ánforas en la Aquitania presenta una aparente centralidad en torno al nodo de Burdeos, pero asentándose firmemente en un sistema comercial fluvial en el que cuencas como las del Adur, Dordogne, Villaine y sobre todo el Loire concentran la amplia mayoría de hallazgos de ánforas tarraconenses en la Galia más allá de las mencionadas de la Narbonense. En esta región igualmente se llegan a desarrollar en algunos centros productivos locales fenómenos de imitación de las ánforas tarraconenses, algo que hace muestra de la influencia de los contenedores en la economía de la región. Además de las características geográficas la distribución debió estar sujeta a las interdependencias económicas regionales como también a las relaciones y redes sociales entre los diferentes mercados, en los cuales la elite burdigalense mantendría una cierta preeminencia que facilitó la difusión y el éxito del vino tarraconense mayor que en Hispania a pesar de las distancias.
El objetivo de la comunicación es poner en valor dos de los más importantes escenarios fluviales para el vino tarraconense como fueron la del Ebro y los ríos de la Aquitania, contrastando las particularidades de distribución y consumo para acercarnos a comprender cuáles fueron las bases que explican por qué la difusión de las ánforas tarraconenses y su vino fue mucho más extensa en la Aquitania que en el valle del Ebro o la meseta peninsular. Para ello, se realiza un análisis de evidencias y una propuesta de la visualización de las nuevas aportaciones aparecidas en las bases de datos anfóricas, tratando de ir más allá de algunos de los estudios cuantitativos efectuados hasta ahora. Los primeros estudios, efectuados en el marco de la tesis en curso, presentan el área atlántica como el segundo gran mercado galo para el vino tarraconense, donde la navegación de cabotaje y las cuencas fluviales tienen un destacado desempeño en su comercialización. Estas evidencias permiten revalorizar la preexistencia de complejas redes sociales y comerciales previas a la aparición de las grandes rutas marítimas romanas en el Atlántico como también la importancia del vino tarraconense para la vida social y económica gala a inicios del imperio.